lunes, 6 de octubre de 2014

My Own Worst Enemy

FALTAN 26 DÍAS PARA EL MARATÓN DE NUEVA YORK.

Mi entrenamiento del sábado fue excelente, pues no solo fue la primera vez que fui a entrenar con el equipo, sino que lo pasé sin dolores y logré terminar con éxito los 24 kilómetros que me tocaban. El pequeño dolor que traía en la parte trasera de la pierna desapareció después de correr 8 kilómetros, el entrenador lo adjudicó a nervios, me dijo que si me dolía no iba a poder correr, así que sin nervios y a darle.

También fue un día excelente porque justo antes de empezar a correr nos encontramos en el Naucalli a Carlos Mercenario, medallista olímpico en Barcelona. Nos dijo algunas palabras y se tomó fotos con nosotros. Yo lo único que podía pensar era "ese individuo tiene una medalla olímpica", lo que para mí es el mayor logro que una persona puede tener en la vida (fuera de los logros familiares y espirituales).

Entre las palabras que nos dijo, hizo énfasis en que quien se vence a sí mismo, es capaz de vencer a su peor enemigo. Durante los 24 kilómetros que entrené no dejé de pensar en esa frase, ¿quiénes han sido mis enemigos? ¿los he logrado vencer?

En mi entrenamiento para el maratón de Chicago tenía como enemigos a fuerzas externas que, como los dementores en la película de Harry Potter, se esmeraban en robarme mi energía positiva. Sí, yo también siempre había pensado que eso de las energías es bullshit, pero estando ahí entendí que hay personas que son capaces de robarte los ánimos. Finalmente logré alejarme de esos demonios, quizás solo para entender que el enemigo estaba dentro de mí, y que estar cerca de esa persona solamente sacaba lo peor de mí, sin que dicho individuo fuera un demonio en realidad.

Ahora tengo otro enemigo quizás aún peor: el despertador. Nunca he sido buena para despertar por las mañanas, despierto de mal humor y con una necesidad insaciable de tomar café y regresar a la cama. Como corredora esto obviamente es un problema gravísimo, no entiendo por qué nos obstinamos en despertarnos a las 6 de la mañana para ir a correr y cuando lo hago maldigo mi hobby los primeros 30 minutos del día.

¿Podré algún día vencer al despertador y despertarme con una sonrisa y aplaudiendo? No sé aún qué estrategia debo seguir para hacerlo, pero a mis 31 años aún despierto como niña berrinchuda de 8 años que no quiere ir a la escuela.

Lo que sí, es que de no haber vencido al despertador el sábado pasado, no hubiera conocido nunca a un medallista olímpico. Ojalá haya más sábados de aquellos...


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