lunes, 6 de abril de 2015

Veracruz

¡Benditas vacaciones de semana santa! Por primera vez en mucho tiempo, mis redes sociales estuvieron más llenas de vacacionistas que de corredores, muchos de ellos corredores vacacionistas. Yo me limité a ser vacacionista.

Me tomé 4 días de descanso para viajar a Veracruz, el viaje fue maravilloso aunque la compañía lo fue aún más. Como todo corredor, mi maleta iba cargada con un par de tenis, el iPod de correr (sigo usando un iPod Shuffle para correr, me rehúso a usar otra cosa pues me resulta práctico y cómodo), unos pants, dos camisetas, un top para correr y hasta mi cinturón de botes. Todo esto más por precaución que por gusto, así si me daban ganas de correr no tendría pretextos, por lo tanto no planee en específico cuál día correría, tendría solamente disponibles viernes y sábado. Podría correr sobre el malecón, si me daban ganas…

Llegando a Veracruz me envolvió un sentimiento de libertad, no habría trabajo, no tendría que lavar los trastes ni preocuparme por si falta algo del super, y –hasta entonces me llegó el sentimiento– ¡no tendría que correr! Aunque es triste, vi el entrenamiento como una obligación. Pero, ¿por qué sucedió esto? ¿Quiere decir que ya no quiero correr? ¿Tendría que vender mi inscripción para Berlín? ¡Claro que no!

Cuando existe una programación estricta de entrenamientos que “tenemos que seguir” para llegar a un objetivo, es inevitable ver al entrenamiento como una tarea. Obviamente nos gusta esa tarea, pero no deja de ser una tarea, tanto así que escaparnos un par de días sin hacerlo nos deja con sentimientos de culpa. ¿Acabaré mi medio maratón si no corro 3 días? ¿Será esa la diferencia entre calificar o no a Boston?

Escaparnos un par de días del entrenamiento tiene consecuencias distintas dependiendo de la etapa en que nos encontremos o del objetivo que tengamos enfrente. No es lo mismo haber dejado pasar 3 días sin entrenar si no tenemos nada en puerta o si el objetivo es correr un medio maratón “como cualquier otro” a un paso cómodo, que hacerlo durante las últimas 8 semanas del entrenamiento para un maratón. En mi caso, tengo enfrente un medio maratón que honestamente me da igual el tiempo en que lo termine, lo único que estoy haciendo es aprovechar el entrenamiento para ganar fuerza y distancia para el Maratón de Berlín, para el cual faltan poco menos de 6 meses.

Como bien dicen “entrenamiento perdido, está perdido”. Me dejé llevar por algún momento por el sentimiento de culpa de haberme escapado del entrenamiento durante 3 días, pero regresé de mi viaje no solo descansada y feliz, sino motivada. Hoy volví al gimnasio, 20 minutos corriendo y una sesión de pesas fueron mi bienvenida, y recibí el entrenamiento con una sonrisa y mis mejores ánimos.

No me arrepiento para nada de no haber corrido, lo pasé increíble en mis vacaciones. Por cierto, aunque hay más ciudades que también lo son, Veracruz sí que es bello. ¿Y si el año quentra nos inscribimos al triatlón de Veracruz? ¿Quién se anima?

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