¡Benditas vacaciones de semana santa! Por primera vez en
mucho tiempo, mis redes sociales estuvieron más llenas de vacacionistas que de
corredores, muchos de ellos corredores vacacionistas. Yo me limité a ser
vacacionista.
Me tomé 4 días de descanso para viajar a Veracruz, el viaje
fue maravilloso aunque la compañía lo fue aún más. Como todo corredor, mi
maleta iba cargada con un par de tenis, el iPod de correr (sigo usando un iPod
Shuffle para correr, me rehúso a usar otra cosa pues me resulta práctico y
cómodo), unos pants, dos camisetas, un top para correr y hasta mi cinturón de
botes. Todo esto más por precaución que por gusto, así si me daban ganas de
correr no tendría pretextos, por lo tanto no planee en específico cuál día
correría, tendría solamente disponibles viernes y sábado. Podría correr sobre
el malecón, si me daban ganas…
Llegando a Veracruz me envolvió un sentimiento de libertad,
no habría trabajo, no tendría que lavar los trastes ni preocuparme por si falta
algo del super, y –hasta entonces me llegó el sentimiento– ¡no tendría que
correr! Aunque es triste, vi el entrenamiento como una obligación. Pero, ¿por
qué sucedió esto? ¿Quiere decir que ya no quiero correr? ¿Tendría que vender mi
inscripción para Berlín? ¡Claro que no!
Cuando existe una programación estricta de entrenamientos
que “tenemos que seguir” para llegar a un objetivo, es inevitable ver al entrenamiento
como una tarea. Obviamente nos gusta esa tarea, pero no deja de ser una tarea,
tanto así que escaparnos un par de días sin hacerlo nos deja con sentimientos
de culpa. ¿Acabaré mi medio maratón si no corro 3 días? ¿Será esa la diferencia
entre calificar o no a Boston?
Escaparnos un par de días del entrenamiento tiene
consecuencias distintas dependiendo de la etapa en que nos encontremos o del
objetivo que tengamos enfrente. No es lo mismo haber dejado pasar 3 días sin
entrenar si no tenemos nada en puerta o si el objetivo es correr un medio
maratón “como cualquier otro” a un paso cómodo, que hacerlo durante las últimas
8 semanas del entrenamiento para un maratón. En mi caso, tengo enfrente un
medio maratón que honestamente me da igual el tiempo en que lo termine, lo
único que estoy haciendo es aprovechar el entrenamiento para ganar fuerza y
distancia para el Maratón de Berlín, para el cual faltan poco menos de 6 meses.
Como bien dicen “entrenamiento perdido, está perdido”. Me
dejé llevar por algún momento por el sentimiento de culpa de haberme escapado
del entrenamiento durante 3 días, pero regresé de mi viaje no solo descansada y
feliz, sino motivada. Hoy volví al gimnasio, 20 minutos corriendo y una sesión
de pesas fueron mi bienvenida, y recibí el entrenamiento con una sonrisa y mis mejores ánimos.
No me arrepiento para nada de no haber corrido, lo pasé
increíble en mis vacaciones. Por cierto, aunque hay más ciudades que también
lo son, Veracruz sí que es bello. ¿Y si el año quentra nos inscribimos al triatlón
de Veracruz? ¿Quién se anima?
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