martes, 5 de mayo de 2015

Between Love and Hate

El fin de semana pasado fue el Triatlón de Monterrey, un evento que siempre me emociona pues ha sido el único Triatlón Olímpico en el que he participado, y del cual me llevé unos recuerdos increíbles.

El triatlón es un deporte muy padre pues los triatletas logran dominar 3 disciplinas al mismo tiempo, sin que esto signifique ser bueno en las tres, pero al menos implica nadar sin ahogarse, sostenerse en una bicicleta que no tiene pedales sino clips para tus zapatos, y vencer la "cadencia" natural de tus piernas tras la bicicleta, para ponerse a correr.

Yo he de confesar que me sentí más "superman" cuando terminé mi primer triatlón sprint que cuando terminé mi primer maratón. Claro que en un triatlón sprint no te da tiempo de cansarte pues no dura ni dos horas, mientras que el maratón es una montaña rusa de dolor, sentimientos y pensamientos que parece no tener fin. Pero, ¿cuál deporte me gusta más?

Cada evento tiene lo suyo, hacer triatlón es muy divertido pues nunca aburren los entrenamientos, además de que la natación no se convierte en un cross-training sino en un training training (lo cual amo y adoro, pues amo nadar y oler a cloro todo el día). Por otro lado, al triatlón hay que dedicarle más del doble de tiempo del que se dedica a un entrenamiento para maratón; la bicicleta es la disciplina que más tiempo consume o ahorra en el cronómetro del triatlón, por lo que ser lento en la bici (como yo) pesa mucho más que ser lento en la carrera y en la natación; es un deporte caro que requiere de muchos gadgets; y generalmente los triatletas suelen ser, digamos, ligeramente soberbios y excesivamente competitivos, por lo que en el evento siempre se compite pero no siempre se disfruta.

Entrenar maratón es algo especial (sin ser mejor), pues es tedioso, desgastante, desmotivante, desmoralizante y en resumen, horrible; pero terminar la última carrera larga del entrenamiento y someterse al llamado Taper es un sentimiento que no se puede describir y que vale la pena vivir; cruzar la meta de un maratón sí cambia la vida, o te deja con ganas de más o te deja como moraleja no volver a someter al cuerpo a tal cansancio físico y mental. Coincido en que se le ha perdido (mucho) respeto a la distancia, pero no es tan común que los corredores lentos seamos duramente juzgados por hacer más de 5 horas en un maratón, en el que nuestros amigos que calificaron a Boston llegaron a la meta 2 horas antes, al final eres maratonista, eres un LENTÍSIMO maratonista, pero eres maratonista.

Yo dejé hace tiempo de entrenar triatlón porque me mudé a la Ciudad de México y con honestidad confieso que me da pavor entrenar bicicleta aquí (y mucho más en carretera), pero si algún día venzo ese miedo y me entran ganas de nuevo, quisiera volver a hacer el Triatlón de Monterrey.

Me gusta correr, me gusta nadar y tolero la bicicleta aunque me gustaría que me gustara de verdad. Las dos competencias son increíbles y tienen resultados anímicamente distintos; por lo pronto tengo un maratón enfrente, pero posiblemente el año quentra me anime a retomar el triatlón pues le hice falta el sábado a mi papá en su triatlón sprint, dice que le hicieron falta las porras pero sé que en el fondo le hubiera gustado más que hubieramos coincidido en las transiciones...

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