Confieso que los cambios me causan mucho estrés e incertidumbre, pero hacer una mudanza 2 semanas antes de salir de viaje es caótico para mí.
Pero al solo poder correr 7 kilómetros entré un poco en pánico pues pensé que esto repercutiría en mi Maratón de Berlín, como si un fin de semana que no pudiera entrenar invalidara meses y meses de entrenamiento. Y la realidad es que sí puede ser así, pero tengo confianza en que el cansancio y actividad de la mudanza lo compensarán un poco. Ayer domingo le escribí al profe para preguntar si habría que ajustar el entrenamiento durante la semana y me dijo que no, hasta la siguiente distancia larga.
También en la mudanza pude ver tooooodo lo que he acumulado en el transcurso del tiempo. Tengo infinidad de camisetas para correr y sigo usando las mismas 10, encontré completamente empolvados los accesorios de mi bici, y tengo una fila muy larga de libros por leer. Pero lo más triste fue intentar rodar mi bicicleta para transportarla de un departamento a otro, y sentirla completamente sin aire. Ya la volví a inflar y aunque sé que no saldré a rodar por las calles de la ciudad, al menos usarla un par de veces al mes con el rodillo no le hará mal a nadie.
Pero lo mejor de esa mudanza sucedió hoy, al ayudarnos a cargar los cuadros y restos de cosas que quedaban en el departamento, el señor que nos ayudó me preguntó "¿usted es atleta?" Le respondí "SÍ" muy fuerte y con una sonrisa; le pregunté si él también lo era, me dijo que antes sí pero que ahora ya no tenía tiempo por diferentes obligaciones. En nuestra conversación no fue relevante cuánto hacía en un 10K ni cuál es mi paso por minuto, pero lo que sí le importó mucho fue ver mi medallero y no ver la "X" del Maratón de la Ciudad de México, o al menos con honestidad y hasta cierto tinte de reclamo así me lo hizo ver...
Mañana retomo, entre ropa tirada y maletas por acomodar, mi vida normal. ¡A entrenar, que además de que se ocupa, este fin de semana perdimos una distancia!
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