viernes, 7 de noviembre de 2014

Get the Party Started

Era la mañana del maratón. Me desperté a las 5:00 am al primer zumbido del despertador, cosa extraña porque sentía que había descansado incluso más que la noche anterior, los nervios habían cedido y me habían dejado dormir.

Me cambié y arreglé los últimos detalles para salirme del hotel, incluyendo, tal como lo ensayé millones de veces, preparar mi avena con agua caliente...ese día en lo específico en el hotel no hubo agua caliente...

Decidí no entrar en pánico y buscar un lugar donde vendieran café, si compraba un café seguro me regalarían un poco de agua caliente para preparar mi avena. Comí mi desayuno en la calle viendo hacia las desérticas escaleras rojas de Times Square, hubiera sido el momento perfecto para tomarme una foto, pero ¿quién la tomaría si no había nadie en la calle mas que los cientos de corredores caminando con frío, nervios y prisa?

Seguí a los corredores hacia la biblioteca, ahí sería la salida de los camiones hacia Staten Island. Me habían asignado el camión que saldría a las 7:15 am, pero la fila avanzaba y me subieron al camión pasadas las 6 de la mañana. En la fila vi a Lili Figueroa, mi adorada coach de Monterrey...le enseñé la pulsera de amuleto que ella misma me había regalado hace ya varios años cuando corrí el medio maratón de Houston, la pulsera dice "Failure is not an Option", y de acuerdo con sus instrucciones, la porto (desde ese día) en todas mis carreras junto a mi Garmin, para verla cuando vea el reloj y poder leer el mensaje.

Mi vecino de asiento era un hombre de alrededor 45 años, de la India pero que llevaba ya tiempo trabajando en Hong Kong. Iba a ser su segundo maratón, había corrido Tokyo hace algunos meses...se veía notablemente más nervioso que yo y que la mayoría de los pasajeros...iba por menos de 4 horas pues en Tokyo había corrido en 4:15:00. Cuando llegamos a Staten Island se levantó del asiento sin decirme ni una sola palabra, ni suerte, ni ánimo, ni hasta luego...

Salimos del camión y llegamos a la parte más desagradable de todo el proceso que involucra a este maratón, la espera en Staten Island con frío y viento. Esta espera fue para mí lo más amargo de toda la experiencia, peor que darle 12 vueltas a los Viveros de Coyoacán, peor que los últimos 5 kilómetros del maratón, peor que haber saldado la tarjeta de crédito con la que pagué la entrada al maratón. El frío y el viento me resecaron la garganta y, al menos en ese entonces, una gripa post-maratón parecía inevitable. No había nada más que filas, aburrimiento, nervios e impaciencia.

Cuando por fin anunciaron nuestra hora de salida, corrimos hacia la entrada de los corrales...para ese entonces yo llevaba más de 2 horas parada de forma intermitente. Todo había sido una pesadilla hasta que voltee a mi alrededor y me di cuenta que estaba en la línea de salida del maratón de Nueva York, repito, ESTABA EN LA LÍNEA DE SALIDA DEL MARATÓN DE NUEVA YORK! Después de 4 años y muchos entrenamientos!!!!!!

Empezó a avanzar la fila, yo en realidad no había tenido espacio ni siquiera para dar una pequeña estirada pero en ese momento no me importó, y al sonido de Frank Sinatra sonó la chicharra...a correr, nos vemos en 42.195 kilómetros...

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