lunes, 20 de octubre de 2014

Don't Dance

FALTAN 13 DÍAS PARA EL MARATÓN DE NUEVA YORK.

Ya mero nos vamos, el fin de semana corrí mi última carrera de más de 20 kilómetros y con eso ya prácticamente terminé mi entrenamiento.

El sábado me desperté muy temprano para ir a correr 24 kilómetros en el sur de la ciudad, para de ahí, dirigirnos hacia Cuernavaca a una boda.

Los 24 kilómetros físicamente no me dolieron pero mentalmente fue todo un reto. Fui a correr a los Viveros de Coyoacán, por recomendación de varios amigos y, sobre todo, de mi entrenador. La pista del parque mide 2 kilómetros, por lo que sin hacer mucho esfuerzo matemático para calcularlo, le tenía que dar 12 vueltas al circuito.

La primera se fue como agua, la segunda y tercera vueltas estuve muy acelerada mentalmente (confieso que se me empezó a venir encima la distancia, me asusté) por lo que me tuve que parar a calmarme y tomar un poco de aire. Después las vueltas se sintieron más pesadas conforme iban avanzando, pero cada vez faltaba una menos. Las últimas dos fueron un martirio de 14 minutos cada una...

Me subí al coche para agarrar carretera y sentía las piernas muy cansadas, pero después de un baño, la comida de la boda y un vino tinto, se sintieron mucho mejor. Estaba lista para disfrutar el fin de semana.

Había prometido no bailar (por el cansancio y el dolor que sentía) pero obviamente rompí mi promesa y estuve en la pista más del tiempo que ordinariamente paso cuando voy a una boda, sin tacones, claro. Eso ocasionó que me dieran dos pisotones en el dedo gordo del pie derecho, y el resultado es un dedo morado e hinchado, que se ve peor de lo que se siente pero que aún así asusta.

He pasado tanto tiempo preocupándome por mis piernas, que había olvidado preocuparme por mis pies. Hoy me duele el dedo, puedo caminar pero aún no he corrido por lo que es un misterio. Sé que no lo tengo roto porque lo puedo mover en todas las direcciones y puedo mantenerme parada por tiempos largos sin dolor, pero ¿y si no puedo correr?

Tengo tiempo suficiente para que se deshinche el dedo y le vuelva el color, ya entrené lo suficiente como para que perderme un entrenamiento de 18-20 kilómetros este fin de semana comprometa mi maratón, pero no me voy a dejar.

¿Por qué siempre tiene que haber problemas antes de una carrera importante? ¿Será parte de los mismos nervios? ¡Que levante la mano aquel que no haya sentido una contractura o lesión unos días antes del maratón! Es casi inevitable. Sé que no es culpa de la boda ni de bailar, me hubiera pasado lo mismo quedándome descansando en la casa, seguramente con una patada que le hubiera dado a la pata de la cama, o al sillón de la sala, me conozco.

Pero ya nos vamos, en este momento confío en que mi pie estará bien, y si no mi mente lo rescatará durante la carrera en 13 días.

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